Tal vez tienes la imagen del hígado como un órgano súper resistente. Y está bien, porque en verdad es uno de los órganos más importantes del cuerpo, y el encargado principal de la depuración.
Sin embargo, desafortunadamente, también es un órgano muy delicado: tal vez no lo sabías, pero cuando elimina toxinas de nuestro cuerpo, algunas de ellas quedan adheridas a él.
Eso no suele notarse en la juventud. Pero, cuando la suciedad se acumula en el hígado durante el año, puede ser que termine causando una enfermedad grave.
Todo el mundo sabe que el alcohol y sus toxinas son uno de los principales agentes tóxicos para el hígado, pero… ¿Sabes cuáles son los otros hábitos que lo están destruyendo un poco cada día?
Entérate y recuerda que nunca es tarde para comenzar a evitarlos.
1. Dietas proteicas
Sin embargo, según especialistas de Mayo Clinic, las dietas altas en proteínas aumentan el funcionamiento del hígado porque debe eliminar las toxinas que se forman cuando la proteína se digiere. Eso puede favorecer el desarrollo de cirrosis o incluso cáncer.
3. Berenjenas mal cocidas
Tal vez esto no te lo esperabas. Las berenjenas son muy saludables, pero son una de las pocas excepciones de vegetales que, cuando están crudos, no son nutritivos sino que pueden hacer mal.
La berenjena contiene solonina, una sustancia que desaparece con la cocción, pero que cuando se consume cruda puede causar dolor abdominal, vómitos, diarrea, e hinchazón. Y además, si el consumo se repite, puede hacer muy mal al hígado, que tendrá que esforzarse por eliminar esta sustancia tóxica.
4. Tomar analgésicos para la resaca
Sin embargo, hay que tener en cuenta una combinación muy peligrosa: el paracetamol es tóxico para el hígado en cantidades demasiado grandes, y también lo es cuando se combina con el alcohol. Así que nunca debe tomarse para aliviar una resaca.
5. Píldoras “naturales” para adelgazar
6. Grasas y comida rápida
El hígado juega un papel primordial en la digestión, y un estilo de vida activo ayuda a que use la energía procedente de los carbohidratos de manera más eficiente. El sedentarismo, en cambio, hace que el hígado necesite trabajar de más.